lunes, 19 de enero de 2015

Un fin de semana dentro de una casa tradicional mexicana.

En algún lugar del mundo existe un pueblito con calles de piedra, una plaza que vibra con el vaivén de las personas y calle tras calle de casas tradicionales mexicanas decoradas con colores brillantes y balcones de hierro forjado.

Este pueblito se llama Tequisquiapan y está localizado en la parte suroeste del estado en el que vivo. Dado que es un lugar silencioso y pacífico, que además acoge a la Feria Nacional del Queso y el Vino, el pueblo es un destino turístico muy popular, repleto de casas de descanso. 

El pasado fin de semana, mi familia y yo decidimos viajar a Tequisquiapan en honor al cumpleaños de mi abuela. Lo único que puedo decir es que mientras el mundo se volvía loco festejando San Valentín, yo estaba teniendo la escapada perfecta en una casa mexicana tradicional, que hoy comparto en el blog. 


¡Bienvenidos a nuestro pedacito de paraíso!

Francamente, yo estaba muy emocionada de pasar el fin de semana con toda mi familia. Supongo que se debe a que mis tías cuentan historias de su infancia y nos hacen reír, mientras que el olor a carne asada llena todo el jardín.

Inmediatamente después de que llegamos, mis primos más pequeños morían por nadar en la alberca. Era una lástima que el día estuviera nublado y frío (aunque no los detuvo por mucho). 


Fue increíble ver a todos divertirse. En el transcurso del día hubo varios torneos de Foosball y los columpios no estuvieron desocupados mucho tiempo.


Eventualmente, empezó a llover. Los niños estaban exhaustos y nuestras esperanzas de tener una fogata, desaparecieron.

Eso sí, aún se oían risas en la cocina y me quedé sorprendida cuando vi a mi mamá y mis tías sentadas alrededor de la mesa, tomando café, comiendo pan dulce y contando historias a mis primos mayores (o sea, matándolos de risa con sus chistes). 


La mañana siguiente me he despertado temprano y he decidido caminar por los jardines y tomar la mayoría de las fotos que ven en este post. 

Como siempre, me encantó encontrar lugares extraños o escondidos, como el pozo en una esquina del jardín y una bodega (?) muy bien cerrada en la parte trasera de la propiedad.


Mi momento favorito, sin lugar a dudas, fue caminar por el jardín y encontrar a estas bellezas.


Un par de horas después estábamos caminando alrededor del Jardín Central de Tequisquiapan. 


Igual que el Centro de Querétaro, Tequisquiapan está lleno de tiendas y restaurantes que llaman la atención de turistas y locales por igual.  


Por primera vez en un buen rato, solamente he visto a un globero en el Jardín. Y es que, como San Valentín había sido el día anterior, ya nadie quería comprar globos.


No había pasado mucho tiempo cuando nos tuvimos que ir. De regreso, hemos pasado por algunas callejuelas con edificios hermosos. La verdad es que aún cuando no lo hacemos muy seguido, venir a este pueblo mágico siempre es especial. 


Nos vemos pronto, Tequisquiapan. 

(¡Y Feliz Día de San Valentín [atrasado] a todos!)

P.D. Olvidé mencionar esto en el último post, pero me han dejado sorprendida los comentarios positivos que recibí cuando escribí sobre mi decisión de no regresar a India. No esperaba que el post generara tantas vistas (¡para nada!). Gracias en especial a aquellos que se acercaron y dijeron cosas amables (Cristóbal: tus palabras hicieron mi día).  

domingo, 11 de enero de 2015

El cálido despertar del hogar.

Una de las cosas que más me gusta hacer cuando estoy en casa (y de las que más extraño cuando no estoy), es poder salir a caminar por las calles del Centro Histórico de mi ciudad. 

Es aquí donde se concentran muchos de los momentos que marcaron a México, como la Conspiración de Independencia en Casa de la Corregidora y la firma de la Constitución de 1917 (vigente hasta el día de hoy) en el Teatro de la República.

Sin embargo, el Centro me encanta porque es aquí donde se mezclan los olores a papitas con chile con los ruidos de los niños jugando en los parques, las voces de los vendedores de globos y los mil colores de los puestitos en los Andadores. 

Esta semana he salido a perderme entre las calles para poder compartir algunas fotos de mi pueblo hermoso (sí, ¡es mío!) por aquí. 

(Por si se preguntaban: ¡la pistola es falsa y el bebé también!)

Una de las mejores partes de caminar por las calles principales es encontrar artistas como estos, que se disfrazan como estatuas revolucionarias y se quedan muy quietos, sorprendiéndote con algún movimiento cuando pasas cerca o les dejas algunas monedas. Por lo general es muy divertido verlos (¡y las reacciones de los transeúntes, más!). 

Aún así, mi parte favorita es caminar por las calles desocupadas porque me cuentan historias. Las señoras que salen de sus casas con bolsas de mandado y los abuelitos que se asoman por una ventana hacen que se me ponga corazón de pollo.


Por otro lado, las calles más visitadas tienen su propio atractivo. En todas partes hay tiendas y vendedores anunciando desde comida y artesanías hasta joyería de ópalo, que es una piedra característica del estado. Estas callen rebozan de colores y ruidos. Estas calles me hacen sonreír.


Mi lugar favorito en el mundo entero es el Andador Libertad, o el Pasillo de los Artistas. En ese pasillo se juntan la mayoría de los dibujantes, pintores & escultores que hay en el Centro, y cada dos pasos hay algo que admirar. 

(Además, al final del andador está la Galería Libertad, que nunca deja de sorprenderme con sus instalaciones. Esta semana tienen fotografías de Mary Ellen Mark -algunas de las cuales fueron tomadas en India y me han hecho sonreír demasiado). 


En esta parte del Centro es donde se encuentran todo tipo de curiosidades, incluyendo los edificios coloniales más bonitos. 


También es aquí en donde se concentran muchos restaurantes de todos los estilos imaginables, casi todos ofreciendo comida mexicana (¡porque es la mejor del mundo!). 


Además, tenemos esculturas por los lugares más inesperados. Y una iglesia en cada esquina. 


Si visitas el Centro temprano por la mañana, puedes ver a los vendedores montando sus puestos, abriendo las tiendas, o echándole agua a los frijoles y calentando el comal para recibir a todos los que comen por aquí. 

Incluso, si tienes mucha suerte, al cerrar los ojos y escuchar con atención puedes sentir como  la ciudad despierta y el sol brilla un poquito más fuerte. Entonces te darás cuenta que éste es el cálido llamado del hogar.

viernes, 2 de enero de 2015

No, no voy a regresar a India.

No voy a regresar a India.

Me cuesta un poco de trabajo hablar de esto porque se presta a malas interpretaciones. Una de las ventajas (y desventajas) de tener un blog personal es que tengo un espacio que se presta precisamente para hablar de las cosas que me pasan. Hasta ahora, he tratado de conocer el límite entre lo que quiero compartir por aquí y lo que prefiero mantener en privado y es por eso que hoy he decidido hablar de mi regreso y me gustaría (aunque ciertamente no lo espero) que este post se tomara por lo que es: el reflejo de mi experiencia. 


En Noviembre decidí regresar de la India. 

El plan original era pasar por allá dos años durante los que estaría en MUWCI, yendo a la escuela y conociendo el país. 

Siendo honesta, los primeros días que pasé en mi nueva escuela fueron inmensamente felices para mí.  Nunca he estado más maravillada que cuando subí a Internet Hill por primera vez. Jamás me he sentido tan parte de un grupo como con mis latinos. No había hecho una conexión tan rápida con otras personas como me pasó con mis roomies. 


Cada vez que salía de mi casa con los pies mojados, la lluvia cayendo a mi alrededor, los árboles brillando verdes y resplandecientes frente a mis ojos, me sentía la persona más afortunada del mundo. Cada vez que salía a caminar solita y acababa perdida, o cada vez que miraba por la ventana y veía el sol esconderse detrás de los cerros vecinos, daba gracias por la oportunidad que tenía de estar allí. 

Como todo, el tiempo pasó y mi ilimitada felicidad se convirtió en algo ordinario. Sentí como todas mis luces se fueron apagando.

No quiero entrar en muchos detalles, pero quiero dejar claro que no me regresé porque tuviera algún problema con el país en el que estaba. 


India es un lugar mágico y ciertamente, hay muchos estereotipos que tienen que morir. La India está progresando y está repleto de gente buena y brillante. No todo el país es tan espiritual como muchos creen y aunque la cabeza de Gandhi está impresa en las rupias, he escuchado a muchos indios argumentar que hay otros héroes nacionales que merecen mucho más reconocimiento. 

La razón por la que regresé es que la escuela no es lo que yo esperaba. 

Claro, algunas de mis clases han sido excepcionales y me han abierto los ojos a muchas nuevas perspectivas. Vivir en MUWCI me daba mucho que pensar y reflexionar y aprender. Pero yo iba ahí por una experiencia distinta que no encontré. En muchos sentidos, algo faltaba para que yo estuviera convencida de quedarme. La escuela no es lo que yo esperaba ni lo que yo quería. 


Cuando me acuerdo de mis días en la Prepa aquí en México, recuerdo muchas ocasiones en las que insistí que yo perseguiría lo que sea que me hiciera feliz. Mientras estaba en India y sentía que tenía la obligación de quedarme ahí porque era un compromiso que había adquirido conmigo, con mis papás y con la asociación, me venían a la mente esos días en los que repetí esas palabras hasta el cansancio. Creo que sería demasiado hipócrita de mi parte saber que no quiero estar en un lugar y no regresarme por temor a lo que venga después. Así que después de pensarlo detenidamente, he optado por seguir persiguiendo las cosas que yo quiero. Aunque esas cosas no estén en India.

Planeo volver pronto para conocer los lugares que me faltaron y visitar amigos, eso sí. La India no se librará de mí tan fácilmente.


El blog seguirá, por supuesto...y prometo no tomarme otras vacaciones tan largas como las que me he tomado este mes. Si se quedaron con curiosidad por saber más sobre India, conozco un colombiano brillante (que por casualidad es uno de mis amigos más queridos) quien escribe sobre sus aventuras en India aquí. Ha viajado muchísimo, asi que créanme cuando les digo que sabe de lo que habla.  

¿Que si tengo otros planes? Sí. ¡Muchísimos, como siempre! En mi futuro inmediato se ven un par de viajes que me llenan de emoción y de los que estaré hablando en unas semanas. 


Cuando comenzó el año, pedí que el 2015 me diera el don de saber cuando parar. Veinte días después estoy segura de que el momento no es ahora. Así que, como dije en el primer post que escribí para este blog: 

Estoy perdida. 
Pero, ¿saben? 
Se siente muy bien estar perdida en la dirección correcta.