jueves, 10 de noviembre de 2016

Para ti que votaste por Trump.

En vista de los eventos recientes y en particular debido a las protestas de hoy y mañana en Madison, he decidido compartir mi opinión acerca de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. 

En primer lugar, quiero dejar clara mi posición. Entiendo que no todos los que votaron por Donald Trump lo hicieron porque están de acuerdo con sus comentarios racistas y misóginos. Entiendo que muchos votantes le cedieron su confianza porque viven preocupados por la economía, y porque están ejerciendo el poder que tienen como ciudadanos, de elegir a un representante. Sin embargo, no puedo decir que comparto o entiendo su decisión. 

El voto es una manera de validar tu existencia como ciudadano. Cuando le cediste tu voto a Trump, decidiste que mientras validar tu existencia era importante, te era exactamente igual si invalidabas la mía, y la de 50 millones de inmigrantes, estudiantes, trabajadores y extranjeros que estamos aquí de manera legal. Tu decidiste que nuestras vidas son menos importantes que la tuya. 

Ahora, déjame decirte otra cosa. El problema no es que Trump ganó. Trump es un personaje, un hombre de negocios, un animador, una figura pública. Su éxito en los negocios se debe a que les dice a las personas lo que quieren escuchar. Te dijo a ti, votante, que tus ideas racistas, sexistas y narcisistas son válidas, correctas, y alentadas. Te dijo lo que querías escuchar para ganarse tu voto. Trump es un demagogo, y tomando prestado de las palabras de H.L. Mencken, "el demagogo es aquel que predica doctrinas que sabe que son mentira, a hombres que sabe que son idiotas". El problema no es Trump. El problema es que tu le creíste. El problema es que, independientemente de la razón por la que votaste por él, le entregaste tu confianza. Pusiste en sus manos la continuidad de tu país como una nación libre. El problema no es Trump. El problema eres tú.

Hace dos días, pusiste la estabilidad de tu país en manos de un hombre sin experiencia en el gobierno. Pusiste en riesgo la vida de cincuenta millones de personas, porque nacieron en un país diferente al tuyo. Amenazaste mi estancia legal en los Estados Unidos, porque me criaron con valores diferentes a los tuyos. Carajo, porque me criaron con valores. Hace dos días decidiste que porque nuestro color de piel es dos tonos más oscuro que el tuyo, nuestras vidas no tienen valor. Decidiste que porque soy mujer, puedo ser manipulada, abusada e ignorada. Que porque soy Mexicana, soy criminal.

Hoy, cuando veo a mi amiga llorar porque teme por sus padres ilegales, cuando llamo a mi mamá y está preocupada, cuando no sé que va a pasar con mi educación, no te perdono. Cuando mi compañera usa el hijab con miedo, y cuando veo gente llorando, protestando, y aterrorizada, no te perdono. No te entiendo, no te apoyo, y no te respeto. Porque independientemente de por qué votaste por Trump, estás apoyando la discriminación a los musulmanes, estás atacando a la comunidad LGBTQ, estás atacando a las minorías. Si el día llega, en que Palestina desaparece del mapa, espero que tú, votante, te hagas responsable, porque eso es exactamente lo que apoyaste con tu voto.

Para todos ustedes que dicen cosas como "independientemente de los resultados de estas elecciones, mantengámonos unidos y no dejemos que el amor muera y el odio nos divida...", entiendan que están hablando desde una posición privilegiada. Sepan que tienen suerte al no deber preocuparse por su familia, al no deber preocuparse por donde y como van a vivir, al no deber preocuparse de tener su bienestar amenazado por gente que se tomó las elecciones a broma. Sepan que lo que sea que sigue depende de como ustedes decidan actuar hacia las millones de personas que no pudimos hacer nada mientras ustedes decidían nuestro futuro. Sepan y entiendan el poder que tienen el día de hoy, y úsenlo para realmente impedir que el odio siga separando a su país.

lunes, 31 de octubre de 2016

2 años, 2 meses, 1 semana y 1 día después...

2 años, 2 meses, 1 semana y 1 día. 
Ese es el tiempo que he pasado fuera de casa desde que me fui la primera vez. Desde ese día: 4 países, 9 ciudades, 3 escuelas y 5 cambios de casa. 


Por eso, y para la gente que hasta hoy me pregunta por que escogí Wisconsin, la respuesta es muy simple: después de pasar un rato brincando de un lado a otro, Madison me es familiar. Cuando escogí venir aquí a la Universidad, quería que Madison representara algún tipo de estabilidad. Quería vivir en un lugar en el que me acostumbrara a ver caras familiares, un lugar que realmente pudiera llamar mío.

Mis recuerdos de Madison consistían de veranos calurosos, piececitos que corren descalzos en el pasto, días que se van dentro y fuera de la alberca, y una pancita llena de frambuesas aún calientes, recién recogidas de los árboles. En algún momento se me olvidó que ya no tengo 7 años, y que Madison, aunque caliente durante 2 meses cada año, está casi tan frío como las manos del muerto el resto del tiempo. 


Me tomó un año de quejas acostumbrarme a Madison. Todavía creo a pies juntillas que Antea tiene más tiendas que todos los malls de Madison juntos, y detesto tener que ir a otra ciudad para ver las nuevas películas, pero por lo menos hay un lugar en el mundo aparte de México en el que me siento bien. 

Me encanta que la mayoría de mis clases son abajo del museo, a donde casi nadie va. Me encanta caminar a mi clase de árabe en las mañanas. Me gusta saber que va a pasar mañana, y cuento las horas para irme a sentar a la biblioteca con un chocolate caliente, según yo haciendo la tarea cuando en realidad estoy viendo The Office y tomando fotos del lago desde las ventanas del tercer piso. 


Madison no es aventura y emoción como India. No son vacaciones, como París, y la comida es horrible, al contrario de México pero se está bien aquí. Madison es tener alguien con quien compartir la cena, y amigos con quienes cocinar los fines de semana. Madison es mi café de las mañanas, mi caminata al museo los martes en la tarde, mi trabajo de editora, la seguridad de hacer lo que me gusta.

Honestamente, he visto más vacas aquí de las que alguna vez vi en India, pero por lo menos ahora no vivo de lo que hay en mi maleta. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Por los nuevos comienzos.

Lo mejor de los nuevos comienzos es la anticipación.

La manera tímida en la que sale el sol por las mañanas. La manera en que un nuevo día se siente fresco, y el año nuevo se ve como un cuaderno en blanco, listo para llenarse de lo que sea que le plazca al corazón. Sé que por lo menos este cuaderno ha quedado blanco demasiado tiempo.

Cuando comencé este blog estaba por cumplir 18 años. En ese entonces me estaba mudando a la India, en donde escribí sobre mis experiencias en una nueva cultura y en lo que involucraba vivir en la cima de una montaña con personas de todos los rincones del mundo. Escribía porque quería mantener una conversación con la gente que dejaba atrás, y hasta ahora creo que mis metas con el blog trascendieron mis expectativas.


Algunos meses después me mudé a Canadá, escribiendo sobre aventuras al aprender a vivir sola y detallando mis salidas turísticas. Hice esto con la intención de mantener la conversación con otros, pero sobre todo porque escribir es una manera muy sublime de darle un propósito a la vida. 


Dos años y 31 posts después, me encuentran con 20 años de edad, sentada en un departamento en Estados Unidos, donde he vivido ya un año. Mañana empiezo mi segundo año de universidad.

Como vuela la vida.

Sé que he estado lejos del blog por mucho tiempo, pero hoy quiero darme el regalo de comenzar una nueva conversación. ¿Sobre qué? Aún no estoy segura. Intentaré estar por aquí tan seguido como pueda, pero debo advertirles que mi vida ahorita tiene el caos de un Boccioni, la inconformidad de los Dada, y la viveza del Matisse más colorido. Eso es lo bonito de los nuevos comienzos, ¿no?
Raramente sabes a donde te van a llevar. 

Hasta entonces y como siempre, gracias por leer.