sábado, 22 de agosto de 2015

Vistas del Vieux Port (Dentro & fuera del agua).

Cada ciudad decente tiene su propia playa. O eso me cuentan en Montréal.


Tal vez recuerdan la Tour de l'Horloge gracias a mi último post sobre Vieux Montréal. Por si no, hoy les cuento todos los detalles.

La Torre del Reloj, que también funciona como el Faro del Viejo Puerto de Montréal, fue construida para conmemorar a los marineros fallecidos durante la Primera Guerra Mundial. El mecanismo del reloj es similar al del Big Ben, pero curiosamente, nunca suena.

Es posible subir a la Torre (¡gratis!) con tan solo subir 192 escalones. Las escaleras están muy, muy estrechas (solo cabe un piecillo a la vez), pero la vista desde arriba está de lo más increíble (aunque el viento quiera arrancarte de ahí y mandarte directito al infierno). Esta es la vista del reloj desde adentro:


Y  las vistas más impresionantes de Montréal hasta ahora...


Desde aquí se puede ver un poquitín de la Plage de l'Horloge, en donde por la módica cantidad de dos dólares puedes relajarte todo el día. Hay buena música y un open bar (¡y la arena es de a de veras!). 


Mientras estuve ahí, tomé ventaja de mi status de turista y me fui de crucero (¡!). Estuvo INCREÍBLE. Para empezar, aquí la vista de la Torre desde el agua (ya sé que lo he repetido mil veces, pero ¡¿no les encanta esta cosa?!):


Y entre otras maravillas que he visto ese día:


La Ronde: El parque temático de Montréal en Île-St-Hélène.


El distrito industrial de Montréal ¡y la Torre Olímpica en el fondo!


El Puente Jacques Cartier, que une la Isla de Montréal con la costa sur de Longueuil.


El distrito histórico de Montréal. Por como .002 segundos me sentí de vuelta en París (¿¡No está esto hermoso?!)


Y finalmente, Habitat 67, uno de los edificios más prominentes de Canadá que ha generado cierta polémica por redefinir la forma de vida en la ciudad. Alguna vez utilizado como casas-habitación para familias de bajos recursos, ahora es uno de los lugares más chic para vivir en Montréal.

Finalmente, he caminado por el puerto y utilizado mis últimas horas en Montréal para absorber los rayos del sol y darme un bronceado ;)


¿Cómo le hace uno para no enamorarse de esto?

jueves, 13 de agosto de 2015

El Montréal del que hablan los turistas (Vieux Montréal + Notre Dame)

Vieux Montréal.

Literalmente, el destino turístico más famoso de Montréal y también el que he tratado de evitar por más tiempo. Famoso por sus callecitas empedradas y arquitectura europea, el Viejo Montréal es probablemente la zona más pintoresca de la ciudad. A un par de cuadras de Chinatown (¡!) y justo al lado del Viejo Puerto, Vieux Montréal es donde la gente se junta al ritmo de la buena música y el sabor de la mejor comida. Éste el Montréal del que hablamos los turistas. 


Mientras caminaba a lo que sería el Centro Histórico, sentía nostalgia. Era como estar de vuelta en una versión hippie de Montmartre, con los artistas vendiendo retratos y la gente tomando café en las terrazas.

Mi primera parada (después del desayuno, bien sûr!) fue el Mercado Bonsecours. Localizado en un edificio que data de 1844, es posiblemente el mercado más lindo que he visitado en Canadá. El Bonsecours está limpio, organizado y concentrado en servir a los turistas hambrientos y en busca de souvenirs en lugar de a los locales. ¡Ahí puedes encontrar toooodo hecho de maple ;)!


El Mercado está localizado exactamente al lado del Viejo Puerto, mi segundo destino de esa mañana. Estaré escribiendo un post acerca del puerto por separado, pero por ahora dejaré una foto de la Torre del Reloj (que sirve también como Faro) y un preview pequeñito de la Playa del Reloj (¿alcanzan a verla?).


Ese día también he visitado uno de mis lugares favoritos en Montréal: Notre Dame.

Para alguien que asegura ser tan poco religiosa como yo, ciertamente visito demasiados templos. En Querétaro, decimos que hay una iglesia en cada esquina; pronto he encontrado que en Québec aplica exactamente igual. Hay iglesias por todas partes.

Mientras estaba en Montréal he visitado la Catedral de la Virgen María esperando encontrar similitudes con la Basílica de San Pedro en el Vaticano y eso ha salido un poco mal. Aún así, eso no me impidió ir a la Basílica de Notre Dame a tratar de encontrar un poco de París y esta vez no he salido decepcionada. De hecho, ha sido justo lo contrario.


Cuando entré a Notre Dame, casi se me cae la baba.


Me encanta la complejidad de la arquitectura Neo-gótica y adoro la perfección (¿exactitud?) absoluta que comunica.

En pocas palabras, mi Historiadora del Arte interior había encontrado su propio templo.


Después de estar sentada ahí lo que seguramente fueron horas, y luego de haber posteado un par de Snaps (me pueden encontrar como ferookie , si no quieren perderse de nada en tiempo real ;) ), era hora de irse.


(Despacito y lloriqueando, porque me encantó el lugar).

A partir de ahí, la tarde se me ha ido lento mientras compré souvenirs, comí helado y caminé alrededor con los otros turistas. Dios, habemos tantos.


Honestamente, no sé porque evité tanto el Viejo Montréal al principio. Es una parte relajada de la ciudad sin dejar de ser divertida. Supongo que es porque no me gusta ser una más del montón de turistas y extranjeros (y siempre hay extranjeros en este lugar). Sin embargo digamos que si tuviera la oportunidad, cualquier día de estos iría a tomar una caminata por esas callecitas.

Excepto en invierno, tal vez.

martes, 11 de agosto de 2015

Los lugares más felices de Montréal (Mont Royal + La Villa Gay)

Los últimos días que paso en cualquier lugar son siempre agridulces.

Soy esa clase de persona que se va de unas vacaciones jurando regresar pronto mientras intento retener cada detalle del lugar en mi cabeza. Sin embargo, esta vez, mis últimos días en Montréal fueron dulces. Solo eso. 

Después de que terminé las clases, he tenido más o menos una semana para explorar. Sin itinerarios, ni planes, ni mapas...he visitado cualquier lugar al que me llevaran mis piernas. Una buena parte de mis excursiones fueron a Chinatown, donde la comida es increíblemente buena. Eso sí, para celebrar la legalización del matrimonio gay en México, he visitado el lugar más feliz de Montréal: La Villa Gay.


Si me sigues en Instagram (o si somos amigos Facebook) entonces ya habrás visto esta foto por ahí. Déjame te explico: La Villa Gay de Montréal ocupa alrededor de 2 kilómetros y está totalmente cubierta de  las bolitas rosas que se ven en la foto. La estación de metro de Beaudry, que es la que queda más cerca, tiene pilares pintados con los colores del arcoíris y tanto las calles como la estación que conforman Le Village se han convertido en una atracción turística muy celebrada. 


El área era un vecindario de la clase trabajadora hasta 1986, cuando se convirtió en un punto de reunión de la comunidad LGBTQ después de que sus negocios fueron clausurados en el área del Boulevard St. Laurent. Le Village es ahora un lugar lleno de bonitos negocios, cafés y terrazas, popular entre turistas y locales, así como host de varios eventos importantes como el Fierté Montréal Pride, entre otros. En mi opinión, está increíble y es perfecto para una caminata.

Además de visitar la Villa, ese día he subido el famoso Mont Royal.

Había estado ahí alguna vez para presenciar los Tam-Tams, pero esta vez era la primera que caminaba hasta el Observatorio. Ni siquiera he llegado a la punta (en mi defensa, tenía mucho que empacar y ya era tarde) pero la vista ha estado...que ni mandada a hacer.


En la distancia: la Torre Olímpica, donde estuve parada unos días antes de visitar el Mont Royal y de la que he hablado aquí.


Durante verano, el Mont Royal celebra los Tam-Tams, a los que llega casi todo el mundo para tocar tambores, comer, fumar marihuana, bailar y hasta jugar. En el invierno, se convierte en un lugar ideal para practicar snowshoeing y esquí, dos cosas que haré cuando esté [pronto] de regreso. ;)

jueves, 6 de agosto de 2015

De la Torre hasta el Velódromo, un tour por el Estadio Olímpico.

Al lado del Estadio Olímpico y justo en frente del Jardín Botánico, se encuentra una de las gemas escondidas de Montréal; una atracción turística que pasa desapercibida: La Torre Olímpica.


Con 165 metros de altura y vistas que alcanzan hasta 80 km del Río St. Laurent y  zonas aledañas, la Torre Olímpica de Montréal es la torre inclinada más alta del mundo, con una inclinación de 45º (mientras que la Torre de Pisa tiene solo 5º) y la única en tener un funicular que funciona en una estructura curva.


¿La mejor parte? Tiene las mejores vistas de la ciudad.


Desde el lado este, es posible ver el Río St. Laurent y la Île Ste. Hélène, que alberga el parque temático más popular de Montréal: La Ronde. En el lado opuesto del puente está la ciudad de Longueuil.  


Desde la Torre es posible ver el Estadio Olímpico, en donde jugó (y ganó) el América contra el equipo de Montréal mientras yo estaba en Canadá.


La vista en la ventana opuesta es del distrito industrial, y esa estructura extraña que se ve de lado izquierdo es el Biodôme de Montréal, mi siguiente parada.

El Biodôme tiene un pequeño zoológico y un mini-acuario. Originalmente era un Velódromo durante los Juegos Olímpicos de 1976, pero ahora alberga flora y fauna de cuatro ecosistemas distintos. Entre las cosas que he visto:


Finalmente, mientras intentaba tomar fotos de los peces, se ha colado una mantarraya!


Aunque me la pasé muy bien, esperaba que el Biodôme tuviera una variedad más grande de animales y estuve muy decepcionada cuando he visto lo pequeño que es. No creo regresar en el futuro, aunque para ser visitante de primera vez, ha estado muy bien. Especialmente las advertencias a cerca de la popó de Ibis. Esos han sido mis favoritos.


Gracias por leer!

martes, 21 de julio de 2015

Tiempo fuera (Impresiones de Ottawa).

Dos semanas.

Han pasado dos semanas desde que dejé Montréal y aunque he estado danzando alrededor del Midwest Americano durante unos días antes de llegar a mi México Lindo y Querido, no pasa un día en el que no piense en la Estación Guy-Concordia, con su gente, su movimiento y el magnífico paisaje urbano que me acostumbré a ver cada mañana los pasados tres meses.

Entonces, a pesar de que estoy sana y salva de vuelta en México y ha pasado más de un mes en el que no he estado en el blog (porque como siempre, la vida está muy loca y yo soy muy desorganizada), las siguientes semanas estaré posteando sobre mis aventuras en Canadá. Aún. Sobre todo porque hay todavía mil cosas que decir sobre la ciudad que me adoptó durante mi sabático-no-planeado, pero también porque muy pronto me estaré mudando otra vez. Ahora, a un lugar al que espero llamar mi hogar por tiempo considerable.


Pero bueno, de vuelta a Canadá.

Después de estar volviéndome loca con la locura ajena en Montréal, decidí tomarme un fin de semana para visitar Ottawa. Como ustedes saben, Ottawa está localizada en la provincia de Ontario, mientras que Montréal está en Québec. Aún así, el viaje no es muy largo y con algo de organización pude tomar un bus de dos horas a la ciudad capital.

La cosa con Ottawa es que aún siendo la capital de Canadá, es mucho más tranquila que Montréal. Ottawa es más limpia, más organizada, más amable y pintoresca...una belleza. Por el otro lado, también es más calmada y el permanente sentimiento de fiesta que reina en Montréal, aquí no está tan presente. Aún así, me la he pasado muy bien. Sobre todo porque necesitaba un break de mis Quebecois y su francés, pero también porque moría por ver los Museos, el Parlamento y sobre todo...el Canal Rideau, Patrimonio Cultural de la UNESCO. (Soy un cliché). 

Mi primera parada ha sido el Museo Canadiense de Historia, localizado en Île-de-Hull, QC (No es precisamente Ottawa, pero por ahí). Además de albergar varias Exhibiciones Temporales, el museo cuenta con la Sala de las Primeras Naciones, la Colección Canadiense de Estampas, el Museo Canadiense del Niño y una Pantalla IMAX, convirtiéndolo en uno de los museos más grandes e interesantes que he visitado en un bueeeen rato.


Eso sin mencionar las increíbles vistas que se tienen del Parlamento desde aquí.


La siguiente parada fue Rideau Hall, casa del Gobernador General y los Monarcas Canadienses (o sea, la Reina Isabel). Los jardínes que rodean la propiedad son más bien un Arboretum construido a lo largo de muchísimos años por los dignatarios que visitan Ottawa, a quienes se les pide que planten un árbol en la propiedad. Caminando alrededor he podido descubrir los árboles de varios presidentes mexicanos, así como el Árbol de Mandela y muchos de la Reina Isabel, entre otros. 


Durante la Segunda Guerra Mundial, Rideau Hall fue la casa en exilio de varios monarcas europeos, entre los que se encontraba la Reina Juliana de Países Bajos, quien dio a luz a su segunda hija, la Princesa Margriet, en Ottawa. Para que la bebé pudiera ser únicamente holandesa, la sala de maternidad donde nació se declaró extraterritorial por el Gobierno Canadiense. Es por eso que Holanda envía 10, 000 tulipanes a Canadá cada año, dando origen al Festival de Tulipanes de Ottawa. 


Después, he visitado el Canal Rideau --bello e inmenso. 


Y justo después, he visto el Parlamento y me ha dejado encantada. ¡Es majestuoso! 


Finalmente, después de correr al Mercado ByWard por un Obama Tail (una variación de los Queues de Castor canadienses), he ido a la Galería Nacional de Canadá a ver Maman, una escultura gigantesca de una araña, hecha por Louise Bourgeois en los 90's como homenaje a su madre. La Araña de Ottawa, como también se le conoce, representa fuerza y protección.


A pesar de que estuve en Ottawa muy poco tiempo, puedo decir que el lugar me ha encantado. Me habían aconsejado que lo evitara, ya que no hay mucho que hacer en cuanto a vida social. Sin embargo, cuando se disfruta de los Museos y las vistas increíbles, creo que Ottawa es imperdible. 


Ottawa, estás hermosa. Gracias por dejarme disfrutar tanto de ti.