sábado, 4 de abril de 2015

Dicen por ahí...

Si le preguntas a cualquier persona en mi país, que es lo que se les viene a la mente cuando piensan en Querétaro, casi todos responderán lo mismo: Los Arcos.


Conectando el Centro Histórico de la Ciudad con algunas de las avenidas principales, los Arcos son solo la parte visible de lo que alguna vez fue la principal fuente de agua limpia en Querétaro. Con 74 arcos de 1'300 m (4'265 ft) de longitud y una altura máxima de 28.42 m (93.24 ft), el Acueducto es uno de los más grandes en México así como una atracción turística muy popular.

Sin embargo, la parte más interesante del Acueducto tiene mucho más que ver con una simple pregunta:

¿Por qué fue construido? 

En 1726, Querétaro era una de las ciudades más bellas y prósperas de la Nueva España, excepto que había un pequeño problema: el acceso a agua potable era escaso e ineficiente.
La historia oficial es que las Monjas Capuchinas se quejaron con su benefactor, quien prometió encontrar una solución al problema y eventualmente, construyó Los Arcos.


Pero, como cualquier ciudadano de Querétaro podrá contarte, se rumora que la historia oficial es falsa.

Dice la leyenda, que el benefactor de las monjas, Juan Antonio de Urrutia y Arana, Marqués de la Villa del Villar del Águila, se enamoró de una monja (aunque hay pruebas de que estaba casado con una señorita de sociedad en Querétaro). Sin embargo, cada vez que él trataba de declarar sus intenciones, la monja lo rechazaba. 

Un día de suerte, ella le propuso un trato. Aceptaría casarse con él si encontraba una manera de traer agua limpia a la Ciudad.

El Marqués no solamente cumplió con su deseo, personalmente planeó, diseñó y patrocinó la construcción del Acueducto, donando la mayoría de los fondos de (nada más y nada menos que...) la fortuna de su esposa.

Finalmente, durante Octubre de 1738, el Acueducto quedó construido y preparado para proveer a Querétaro con agua potable. La Ciudad organizó 15 días de fiesta en los que hubo desfiles, obras de teatro, bailes y hasta fuegos artificiales.


Muy orgulloso, el Marqués volvió a pedir la mano de la monja. 

Y ella lo rechazó. De nuevo.


Con el corazón roto, el Marqués nunca volvió a pedir su mano. Se contentó con ser benefactor de las Capuchinas y uno de los patrones más celebrados de Querétaro. Hasta hoy, es recordado como una celebridad local y filántropo, además de que se hace honor a su memoria en el Cementerio de los Hombres Ilustres junto a Josefa Ortíz de Domínguez y su esposo (entre otros), quienes fueron responsables de comenzar la Lucha de Independencia en México y orgullosos ciudadanos de Querétaro.