jueves, 13 de agosto de 2015

El Montréal del que hablan los turistas (Vieux Montréal + Notre Dame)

Vieux Montréal.

Literalmente, el destino turístico más famoso de Montréal y también el que he tratado de evitar por más tiempo. Famoso por sus callecitas empedradas y arquitectura europea, el Viejo Montréal es probablemente la zona más pintoresca de la ciudad. A un par de cuadras de Chinatown (¡!) y justo al lado del Viejo Puerto, Vieux Montréal es donde la gente se junta al ritmo de la buena música y el sabor de la mejor comida. Éste el Montréal del que hablamos los turistas. 


Mientras caminaba a lo que sería el Centro Histórico, sentía nostalgia. Era como estar de vuelta en una versión hippie de Montmartre, con los artistas vendiendo retratos y la gente tomando café en las terrazas.

Mi primera parada (después del desayuno, bien sûr!) fue el Mercado Bonsecours. Localizado en un edificio que data de 1844, es posiblemente el mercado más lindo que he visitado en Canadá. El Bonsecours está limpio, organizado y concentrado en servir a los turistas hambrientos y en busca de souvenirs en lugar de a los locales. ¡Ahí puedes encontrar toooodo hecho de maple ;)!


El Mercado está localizado exactamente al lado del Viejo Puerto, mi segundo destino de esa mañana. Estaré escribiendo un post acerca del puerto por separado, pero por ahora dejaré una foto de la Torre del Reloj (que sirve también como Faro) y un preview pequeñito de la Playa del Reloj (¿alcanzan a verla?).


Ese día también he visitado uno de mis lugares favoritos en Montréal: Notre Dame.

Para alguien que asegura ser tan poco religiosa como yo, ciertamente visito demasiados templos. En Querétaro, decimos que hay una iglesia en cada esquina; pronto he encontrado que en Québec aplica exactamente igual. Hay iglesias por todas partes.

Mientras estaba en Montréal he visitado la Catedral de la Virgen María esperando encontrar similitudes con la Basílica de San Pedro en el Vaticano y eso ha salido un poco mal. Aún así, eso no me impidió ir a la Basílica de Notre Dame a tratar de encontrar un poco de París y esta vez no he salido decepcionada. De hecho, ha sido justo lo contrario.


Cuando entré a Notre Dame, casi se me cae la baba.


Me encanta la complejidad de la arquitectura Neo-gótica y adoro la perfección (¿exactitud?) absoluta que comunica.

En pocas palabras, mi Historiadora del Arte interior había encontrado su propio templo.


Después de estar sentada ahí lo que seguramente fueron horas, y luego de haber posteado un par de Snaps (me pueden encontrar como ferookie , si no quieren perderse de nada en tiempo real ;) ), era hora de irse.


(Despacito y lloriqueando, porque me encantó el lugar).

A partir de ahí, la tarde se me ha ido lento mientras compré souvenirs, comí helado y caminé alrededor con los otros turistas. Dios, habemos tantos.


Honestamente, no sé porque evité tanto el Viejo Montréal al principio. Es una parte relajada de la ciudad sin dejar de ser divertida. Supongo que es porque no me gusta ser una más del montón de turistas y extranjeros (y siempre hay extranjeros en este lugar). Sin embargo digamos que si tuviera la oportunidad, cualquier día de estos iría a tomar una caminata por esas callecitas.

Excepto en invierno, tal vez.

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